domingo, 27 de enero de 2013

Picasso y el grabado (continuación): La fiesta de toros.

Todo tipo de espectáculo atrajeron la atención de Picasso, desde las verbenas populares a los más formales conciertos o montajes de los Ballet y Opera; pero las corridas de toros fue el que más le atrajo, y es uno de los temas por el que se interesa desde muy pronto. A los once años realizó apuntes en la plaza; a los doce hizo una serie de estudios sobre toros; a los trece dibujó caricaturas de picadores y matadores.
De la fiesta le gustaban el ritual de la corrida, la maneras desafiantes de los toreros, la vistosidad del traje de torear, las fanfarrias de las trompetas, los caballos enjaezados, la división en los tendidos de sol y sombra  etc.
Se interesa no solo por el espectáculo en la plaza sino también por el toro en el campo, en la ganaderías. 



" Toros en el campo" 

 La historia de la lidia, con sus implicaciones filosóficas y políticas, son tan importantes para Picasso como lo habían sido para  Goya. Vio la corrida como lo hizo Goya al final de su vida: una diversión nacional que  atrae y une todas las clases sociales. 


" A los toros"

 Pero fue también consciente de sus características bárbaras, aunque las acepta como un sustrato innegable de su cultura. Sin ninguna duda el artista amaba la corrida sin reservas, hasta el punto de llegar a favorecer su implantación en Vallauris, cerca de su casa. 



" Perros al toro"

 El tratado de Pepe Hillo. 

 Veintiséis planchas sobre el arte de torear que completo en 1957. Cuando Picasso comenzó a ilustrar el tratado de Pepe Hillo, trabajó como un auténtico aficionado, distante y respetuoso. En las planchas esta presente el significado y los más sutiles detalles de la Fiesta. 




" Paseíllo de las cuadrillas" 

 En las ilustraciones del " Tratado de Pepe Hillo", el toro, incluso en el momento de la derrota, sigue siendo el protagonista más importante­ "una masa oscura de seiscientos kilos". Los otros, matador, picador y espectadores, no son a menudo más que meras figuras simbólicas. 



El tratado de Pepe Hillo comienza: «Cada momento de la corrida tiene sus leyes fijas que nunca cambian». Picasso en sus grabados recoge meticulosamente cada momento del los tres tercios de la corrida. 



" Citando al toro con capa" 

 Pinta usando una técnica que había aprendido del maestro impresor Lacouriére en 1933, el aguatinta al azúcar, en la que una especie de jarabe de azúcar, tinta y una pequeña cantidad de goma se convierte en el material con el que mancha la plancha antes de morderla. Captando con trazos rápidos el movimiento, la musculatura ... en cada uno de los momentos de la lidia. 




" Citando al toro a banderillas sentado en una silla"

 En la plancha recoge el momento de gran tensión en el que el banderillero y el toro pequeños, sin sombras, inmóviles en el gran resplandor solar, invocan una inmovilidad absoluta y agónica.
 La lucha entre hombre y toro la iguala gracias a la dispersión de la luz.
 La serie de toros de Picasso se recuerda mucho los grabados sobre toros de Goya. Por ejemplo cuando Picasso esconde a los espectadores tras la barrera a un lado de la composición, haciendo que la parte en blanco del papel represente el brillo del sol. 




" La estocada"

 La continua búsqueda del «sol y sombra» en su dimensión metafórica aparece con una asombrosa sencillez en algunos grabados como en el  "Salto con la garrocha" 




o "Suerte de muleta" en las que una banda diagonal de luz revela el alto poder del sol de primeras horas de la tarde, como creador de grandes contrastes. 



" Citando a matar"

 Los espectadores apenas si están esbozados en este grabado, y la inmovilidad está a punto de desaparecer y apesar de ello Piccsso indica el apasionamiento de los espectadores oscureciéndolos con la idea del movimiento humano




Picasso utiliza muy poco la caricatura, aunque la busca cuando tiene que describir la falta de originalidad de los cabestros que retiran de la plaza al toro manso. 




Su gusto por la elegante estilización tal y como aparece en " Lanceando a un toro" , nos sugiere el ritmo del movimiento durante la corrida, alternando con momentos de sublime inmovilidad. 




El picador a caballo con su pica se enfrenta con un toro que gira sobre sí mismo como si estuviese bailando, dando a toda la composición un carácter de vertiginosa danza circular. 



Por ultimo decir que como antes había hecho Goya, Picasso huye de los complicados sentimientos de su juventud para estudiar la fría actitud del aficionado que aprecia el espectáculo y los solemnes ritmos del ritual. En este sentido, con gran detenimiento estético, no se olvida de nada, ni siquiera de los aspectos más técnicos de la corrida. Por ejemplo, pondrá gran atención en recordar las tres condiciones que debe tener el toro según la tradición «levantado, parado y aplomado». La importancia del distanciamiento estético será tan grande como su correspondiente compromiso estético, viviendo la obra y no siendo un mero ejecutor. 


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