viernes, 18 de diciembre de 2009

Ermita de San Baudelio de Barlanga.

En un páramo reseco de las cercanías de Casillas Berlanga en Soria, encontramos sobre una pequeña loma, la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga. La podemos fechar a finales del XI, aunque su origen parece estar en una cueva eremítica del siglo IV, dedicada al culto del martín Baudelio de Ninime

Es un pequeño edificio construidos de mampostería, sobre una base de sillares, con dos pequeñas puertas, una en el muro norte, con doble arco de herradura y otra a poniente, de arco de medio punto, ambas a distinta altura por el desnivel del terreno. En los exteriores del edificio no observamos ningún tipo de decoración, tan sólo interrumpen los muros dos pequeños vanos con arco de herradura y derrame interior, una en el ábside y la otra a mayor altura en la parte occidental de la cara norte.


Al atravesar el doble arco de herradura y adentrarnos en la ermita todo cambia, a la sobriedad exterior se contrapone un interior sorprendente; en el centro un enorme pilar de ocho arcos, a modo ramas de palmera, soportan la techumbre a gran altura (No olvidar que la palmera es el árbol místico por excelencia, tanto en el mundo cristiano como en el musulmán. Es el árbol de la vida que une lo terrenal con lo celestial). Sobre el pilar, una pequeña cúpula de nervios semioculta que al parecer servía, en caso de necesidad, para guardar los objetos de valor.


Si miramos a nuestra derecha vemos tres filas de seis pequeñas columnas que soportan arcos de herradura muy irregulares, formando un palmeral en miniatura, que en su costado sur da acceso a la gruta que se supone fue el origen de la vida eremítica en el lugar. Este espacio, que recuerda la sala de oración de una mezquita, sin ningún antecedente en el arte prerrománico español, soporta una segunda planta, a modo de tribuna con capillas a la que se accede desde el exterior o interior del edificio.


A nuestra izquierda la nave es diáfana y se comunica, por medio de cinco escalones y un arco de herradura, con un ábside rectangular algo elevado sobre el suelo de la nave, cubierto por bóveda de cañón, y que ocupa cubo adosado al edificio.
Volviendo a la nave principal, decir que esta cubierta por una bóveda esquifada sostenida por ocho arcos de falsa herradura y trazado irregular que emergen a modo de ramas de palmera del gran pilar central de casi un metro de diámetro, solución muy poco habitual. Quizás algo parecido lo tenemos la ermita de Santa María de Peñalba en Arnedillo en la Rioja.

En definitiva es un monumento de gran originalidad y belleza, que por sus características lo podemos considerar como un exponente del eclecticismo del arte español en esa época




Si sorprendentes son las soluciones arquitectónicas, más sorprendentes es la riqueza decorativa que cubría el interior del edificio y digo bien “cubría” pues la despreocupación y la desidia hizo, que de una de las muestras más antiguas de pintura románica apenas queden unos restos de pintura al temple y las improntas de los originales, que fueron arrancados por técnicos italianos, fijados en lienzos y exportados en 1926 a distintos museos de Estados Unidos.
¿Por qué? Primero por la falta de legislación que protegiera el patrimonio artístico, y segundo por la decisión de los vecinos, dueños de la ermita, que las vendieron por 60.000 pesetas al judío León Levi en 1922. La venta fue recurrida por el Estado pero por falta de legislación el Tribunal Supremo dio la razón a los vecinos en 1925




En cuanto a la temática de las pinturas se pueden diferenciar tres grupos: el primero formado por una serie de animales de técnica muy primitiva, el segundo por un conjunto de escena de caza, las más expresivas, y por último la serie de pinturas de temas religiosos.
Al observar las pinturas se distinguen bien las manos de tres maestros diferentes, destacando el más hábil con marcada influencia de la pintura italo-bizantina de las escenas de la vida de Jesús, y un segundo maestro más espontáneo y expresivo al que se le atribuyen las escenas de caza.


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