domingo, 8 de noviembre de 2009

La ciudad palatina de Madinat al-Zahra



Fue mandada construir a 8 kilómetros de Córdoba por el califa Abderramán III en 936, la continua su hijo al-Hakam II
Como observamos en las imágenes, quedan pocos restos y lo que conocemos es gracias a las fuentes escritas pero sobretodo a la arqueología, que han puesto al descubierto un 30% de lo que fue Medina Azahara

La ciudad palaciega incluía, la residencia del monarca, las dependencias político-administrativas del Estado, la residencia de la corte, los cuarteles para la guardia personal y para sus servidores, las viviendas para los artesanos, así como mezquita, baños, zocos y talleres de producción califal

La ciudad se organizo en tres terrazas aprovechando el desnivel del terreno.
Se trataba de un escalonamiento no sólo físico, sino también simbólico, puesto que los diferentes ámbitos palatinos se ajustaban a una rígida jerarquía que situaba en la cumbre la residencia califal y los salones de aparato del Estado


En la terraza superior encontramos las estancias privadas del califa y un salón de recepción llamado Casa Militar o de los Visires. Ante ella se extendía una enorme explanada pavimentada, que servía para algunas ceremonias. Por debajo de ésta, en la terraza intermedia, se alzaba un segundo salón de aparato, el llamado Salón Rico o de Abd al-Rahman III, verdadero centro del ceremonial califal. El Salón Rico consta una planta de tipo basilical con tres naves y un pórtico; en él destaca la riqueza decorativa : columnas de fustes rojos y negros con capiteles de mármol blanco, paneles de mármol que cubren la parte inferior de los muros como si de tapices se tratara: un procedimiento novedoso. Son formas frutales y florales más o menos abstractas: hojas de acanto, de roble o de vid, piñas, granadas, palmetas... que se desarrollan de manera asimétrica y diversa a partir de un tronco o tallo central, conocido como “ Árbol de la vida”. De los casi 65 paneles conservados parcialmente ninguno repite la composición.



" Arbol de la vida"


Foto cedida por universalis.mforas.com


Ante él se extendía un extenso jardín. Casi en el centro de este Jardín Alto se levantó un pabellón, o quiosco, rodeado de cuatro albercas, la mayor de las cuales era situada al norte, en la que se reflejaba el Salón Rico.




De los hallazgos arqueológicos tenemos que destacar también la Mezquita.

Se trata de una mezquita de barrio en la que rezaban los fieles de a pie que vivían dentro de Medina Azahara y los que vivían a extramuros. El edificio tiene 25 metros de largo y 18 de ancho. Durante las excavaciones, el equipo ha dado con el minrab, la zona más sagrada del edificio. También se ha encontrado el alminar, la torre del templo desde la que se llamaba a la oración.






" Salón Rico"

Las fuentes nos hablan de bellos jardines que engalanaban toda la ciudad, entre los que destacaban, los dos grandes jardines, el Alto y el Bajo, que siguen el modelo de” jardin crucero”, articulado mediante un andén perimetral y dos andenes que se cruzan en cruz y dividen el jardín en cuatro partes
Algunos autores han buscado el origen de ese modelo de jardín en Oriente, en el mundo sasánida de donde pasaría a los palacios abbasíes, o bien en la Antigüedad clásica.

Gran importancia se la da a la presencia del agua, bien en grandes albercas, bien con acequias, con varias funciones, refrescar el ambiente, mostrar el reflejo de la naturaleza o edificios, agradar a los sentidos con el chapoteo de los surtidores, proporcionar agua para el regadío



Mezquita

Aunque los análisis de los granos de polen (palinología) no han obtenido resultados concluyentes, sí han revelado la presencia en la ciudad palatina de especies aromáticas, ornamentales o cultivadas con fines culinarios, tales como albahaca, hierbabuena, apio caballar, salvia, orégano, romero o tomillo; también hubo cantueso y espliego, de la familia de las lavándulas (muy frecuentes en los jardines andalusíes y usadas habitualmente en perfumería), árboles frutales, especies florales y mirto, o arrayán.


Una compleja red de canalizaciones aseguraba el abastecimiento de agua y el saneamiento del conjunto urbano y palatino. Las mismas tuberías de plomo que distribuían el agua a las residencias y baños la hacían llegar a las numerosas albercas y fuentes para irrigar los jardines. Se han conservado algunas de las innumerables pilas y surtidores del palacio.

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